Sólo no quiero ser aquello que creen que soy o que me han hecho creer que soy, no quiero ser lo que quieren que sea, o lo que creen que puedo o debo ser. ¿De quién hablo? De todos: de mi madre y mi padre y mi hermano y mis tíos y mis primos y mis abuelos, de la sociedad leonesa, de mis amigos de la preparatoria y del Vista Hermosa entero, de los novios y los exnovios y los pretensos. Déjenme ser, carajo. Si vamos a jugar a las determinaciones, de menos que no sean externas.
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2 comentarios:
Voy leyéndote y me distraigo convenientemente formando un bello personaje que incesante en su queja eterna se vuelve una figuración a estilo Woody Allen femme, que en neurosis siempre estable para aspirar a la permanencia, deviene al lector -uno, yo, como prefieras-, una ligera gracia simpática que no deja de adolecer cierta congoja. Te he estado leyendo niña, me has entretenido, me has informado, me has hecho pensar, me dejas risas no sin cierta tristeza. ¿Paradójico? No lo creo, usted misma se preocupa por ser sincera, usted misma habla de su enajenación frente al dinero de sus padres, usted es quien quiere estar sola y lo dice conmocionada y con energía mientras probablemente todos siguen a su lado. Sí, se sabe burguesa, se sabe no ingenua, se sabe cobarde. Yo creo que es mucho, honestamente: actuar, obrar, es difícil, y no debe ser efecto ni siquiera mediato de una ficha que le cae a uno. Es otro tiempo ese el de la acción. En cuanto al “no sin cierta tristeza”, me preocupa que desestime la posibilidad de la alegría, porque su gracia simpática salva a la tristeza de la miseria de un rostro demacrado; me es imposible figurarte personaje depresivo, y yo creo que se debe sencillamente, a que la tristeza salva tu alegría.
A propósito, no sé si le molestará saberlo, pero seguiré leyendo sus letras y he dejado hacia ellas el acceso por mi ventana. Usted ya puede divisar mi ventana. Un beso.
Je. Gracias por el comentario. Me ha hecho sonreir. Ya estaré dándome una vuelta por tu blog.
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