Hoy vi algo en clase de Hegel que me pareció muy muy interesante:
Para Hegel, la alteridad sólo puede plantearse en un campo formal, ya que el otro es sólo la conciencia duplicada de mí mismo, y en ese sentido el otro soy yo. Es decir, el reconocimiento del otro es sólo un saber formal, un saber de él como forma acabada, la cual no es cognoscible. Reconocer no es conocer.
Esto se opone a su vez con la fenomenología francesa del siglo XX para quien el otro no es formal sino todo lo contrario, es una ausencia de forma, y en ese sentido es un mundo o un abismo (Lévinas o Sartre)
Ahora, ¿por qué es tan interesante esto?, podrán preguntarse. Bueno, por muchas cosas. Creo que podía hacer mi tesis de esto. Pero hoy quiero relacionarlo con algo en específico de mi vida: parece que el problema con aquella situación es que dejó de haber reconocimiento para dar paso al conocimiento, y en el conocimiento se desdibujo la forma. Conocer por un lado es limitar, pero por otro lado, paradójicamente, al limitar el objeto éste se pierde. Como quien cree que conoce el agua porque sabe que es H2O y ya no puede (re)conocerla en su sabor o en su fluidez. Creo que todos queremos ser reconocidos mas no conocidos. Aunque también quién sabe.