jueves, 19 de abril de 2007

Muletillas de pensamiento

Denominemos "muletilla" a esas palabrejas cuya presencia en nuestro discurso es irrelevante y sin embargo inevitable, incontrolable. Palabras vacías de un contenido real cuya única utilidad es servir de amortigüador o de puente entre una idea y otra o entre un lapso de tiempo y otro en lo que la idea llega. Las muletillas lo que hacen es camuflajear la tan temida incontinuidad, la tan temida desestructura, la tan temida ignorancia. Hacen ruido, para que el ruido ahuyente el silencio desgarrador que amenza con poner al descubierto nuestras limitantes.
Pero ahora mudemos este término al campo del pensamiento. Existen también muletillas de pensamiento, y esas son las peores. Pensamientos recurrentes que sólo hacen ruido, muchas veces palabras o frases o fantasías o personas, que aparecen ya involuntariamente, que sólo llenan el espacio vacío. ¿Pero por qué existen tales? Las muletillas verbales, al menos, hacen el engaño frente a un otro, hacen su lucha, pero, ¿cuál es la finalidad de hacerlo contigo mismo?
En una primera lectura podemos decir que por miedo a enfrentarte a tí mismo. Cuando no hay distracciones que te hagan olvidarte de ti, cuando llega el silencio y sólo quedas tú y tu pensamiento, bueno, buscas una distracción mental, haces ruido para no escucharte. Esto sin duda sucede, y creo que sucede mucho, desde los que tararean mentalmente canciones todo el día, o los que viven planificando o fantaseando. Sin embargo, esto tiene, a menor o mayor grado, cierto grado de voluntad (como también lo tienen ciertas muletillas verbales), y es esta voluntad la que las puede hacer pasar por pensamientos genuinos y no por muletillas, o la que, al menos, bien o mal, los hace llevaderos y hasta disfrutables.
¿Pero qué pasa cuando no es así? ¿Cuando de verdad rebasan toda conciencia sobre la misma conciencia? ¿Cuando el yo no tiene el menor dominio sobre estas muletillas?
El término "muletilla de pensamiento" se me ocurrió por primera vez hace unos 4 años en mi obsesión con el sujeto O. En mi obsesión, él era mi muletilla de pensamiento, y cuando no pensaba en nada, pensaba en él, y cuando no tenía nada que escribir y tenía una pluma, escribía su nombre. Y esto se agudizó con el tiempo, pues la muletilla, se empezó a comer a las palabras. Él era mi referente en conceptos tales como "novio", "amor", "relación" "promesa" pero también "amistad" "autenticidad" "eternidad" "confianza". De manera que cualquier camino me llevaba a él, de manera que él, mentalmente, era sustituto de cualquier camino. Una muletilla tan poderosa, impedía la autonomía de cualquier discurso, pues ésta ya había permeado todo discurso posible. Pero seguimos sin contestar la pregunta: ¿Qué con ellas? ¿Por qué aparecen? La verdad no creo tener los elementos para contestar eso. Quizás porque le damos chance, quizás porque se acoplan a nuestra falta, quizás porque en el fondo lo deseamos.
Lo que sí puedo decir es que es importante conocer la nocividad de esas muletillas, polillas muertas de hambre que devoran toda estructura e impiden la paz mental. Hace poco vi en alguien una de esas polillas en potencia y me apaniqué. No podía dejar que pasara otra vez. Por eso todas las medidas de emergencia que he estado tomando, por eso la curación y la abstinencia de ciertos contactos, digamos que estamos fumigando.

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