Hoy estaba en clase analizando a Dostoievski y me identifiqué con él. O al menos con la imagen que me inventé de él, porque vergonzosamente reconozco no haber leído ni siquiera Crimen y Castigo. Pero el caso es que de lo que hablaban en clase era de su masoquismo, su masoquismo para liberar la culpa que sentía, el culpable merecía ser castigado, y dado que él era culpable, él debía ser castigado. Yo soy terriblemente masoquista. De lo que no sé es de qué exactamente me siento culpable, o en base a qué me considero mala, pero claro que existe algo de eso. Por eso me vienen tan bien las posiciones de víctima, porque así me limpio de toda culpa, porque así vierto en el otro mis propios impulsos sádicos y me desentiendo de ellos, porque así, al menos, gano el goce de sentirme la buena del cuento. Pero en cambio cuando llega otro bueno del cuento, me apanico, no sé si porque me resulta amenazante su bondad (si él es el bueno puede que yo sea la mala), o porque mi masoquismo no puede entrar en juego, porque no recibo el maltrato que requiero para aminorar la angustia de mi propia creencia de que soy mala, y entonces busco dar razones para ser la mala y así ser despreciada y poder ser otra vez la buena victimizada y humillada. Y ya. ¿Enfermizo, no? Este post no tiene una conclusión propositiva o reflexiva. Así es punto. Algún día lo analizaré en serio, ahorita no tengo los elementos todavía.
lunes, 9 de abril de 2007
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1 comentario:
1. la exploración de caliz triste de la melancolía es precisamente así: creer que se ha perdido algo que en realidad nunca se ha tenido.
2. El autoaniquilamiento es una ámpula coriacea de la que todos solemos ser partícipes, desde Sócrates hasta Eminem o el que quieras pensarte, es mejor ser víctima que victimario.
3.Lo había escrito alguna vez por ahí: todos queremos ser la víctima: "La gente se cansa de que la otra gente sea víctima. Uno no está dispuesto a tolerar a un crucificado sino es uno mismo el que es la víctima."
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