domingo, 17 de agosto de 2008

¿Por qué no puedo dar el salto? ¿Por qué no puedo?
Una vez más me he caído, y en el piso me vuelvo una mónada, un feto arrojado al mundo, un chillido molesto y un claustrofóbico que poco a poco se muere con una bolsa de plástico en la cabeza.

Qué horrible es toparte con los límites de tu propio perdón.

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