viernes, 29 de agosto de 2008

Chicas

Me gustaría enormemente poder dejar a un lado el tema de los géneros, sobretodo partiendo de que soy de las que creen que, en último caso, ser hombre o mujer es de lo más accidental que hay. Pero, tristemente, he tenido un condicionamiento social o familiar tal que me ha hecho olvidar aquello, al menos al momento de relacionarme con los demás, de forma tal que mi aproximación a las personas, como he hablado en más de una ocasión en este blog, se ve constantemente sesgada según el género de mi interlocutor.
Pero hoy, contrario a la costumbre, hice una amiguita. O bueno, no hay que ser exagerados; reformulo: charlé un rato de forma amena con una semidesconocida. Y me sentí re bien. Punto para mí y para la superación de mis condicionamientos.
Y lo que pensé al respecto fue que, hay algo en las relaciones con las personas de tu mismo género que las personas del otro género difícilmente pueden darte, esto es: complicidad. Todavía no puedo desarrollarlo bien, pero prometo hacerlo cuando lo tenga más claro. Por el momento lo que puedo decir es que me tiene sonriente.

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