jueves, 28 de febrero de 2008

How NOT to disappear completely

6:30 a.m. En mi coche camino a la escuela, el pelo empapado. Bebo té negro (con un poco de leche, con un poco de azúcar) y, para sentir el rigor de la vigilia, tengo la música a todo volumen. Suena How to disappear completely de Radiohead, fabulosa canción: I'm not here, this isn't happening... La canto con feeling mañanero. Siempre me ha producido un satisfactorio eco emocional. Insisto, es una canción fabulosa. Pero de pronto caigo en cuenta de un detalle que hace esta ocasión distinta a muchas otras ocasiones en las que la he escuchado: hoy no tengo deseo evasivo alguno. Hoy estoy aquí, hoy quiero estar aquí, me gusta y nada cambiaría, ni la hora, ni el pelo empapado. Me siento tranquila y en un descuido hasta feliz. Y lo mejor es que no es porque algo haya cambiado, no es porque todo esté arreglado o porque tenga lo que quiero, sino porque tengo, por primera vez en mucho tiempo, lo único que necesito (resuena la palabra "único", pero concedámoslo esta vez en aras de mantener la retórica), y esto es: deseo. Sí, tengo deseo. Tengo deseo y eso me llena de paz, porque me da dirección, me da goce y me da mañana, porque en este momento no necesito ninguna garantía ni ninguna cosa más que poder cargarlo todo con sentido y eso es posible cuando hay deseo.

Por el otro lado (todo es siempre y nunca una contradicción):
Sigo teniéndole miedo a los fines de semana, y me esperan tres largos días...damn.

No hay comentarios: