Esta vez escribo más por disciplina que por entusiasmo. Los días de vacaciones son más largos que los otros días, las horas se extienden por el cielo y cómo tarda en anochecer. Además, baja el ritmo de vida y me es posible dormir todo el día, aunque con ello me condene a estar cazando malas películas en la tele por la noche. El caso es que en todo este letargo, también se entorpece un poco el discurso interno, jaja o dicho de otra manera, pienso chistoso o poco. O sólo lento y por inercia más que por otra cosa. De todas formas escribamos. Escribamos que apenas son las cuatro de la tarde y se me han acabado ya las actividades del día. Puedo ir al cine sola, a ver si hay buenas movies. Pero bueno, yo iba a decir algo. Mmm. Ah si, mi ruquez.
Aparentemente he vivido en el error. Durante mucho tiempo creí que mi falta de amigos o de grupos de amigos obedecía a un problema social severo que se desarrollaba en mi cerebelo. Estaba convencida de mi innata torpeza social y de mi dificultad indescriptible para abrirme con otros aun queriéndolo hacerlo, etcétera. Pero ayer platicando con un amigo se develó el verdadero problema, el cual también ya sabía pero no le había dado tanta importancia: el problema es que estoy ruca de espíritu. Y me incomodan las convivencias juveniles, los lugares ruidosos, las salidas nocturnas. Yo tomo té y converso. Eso hago yo y eso es aparentemente de rucos. Y entonces con mis amigos juveniles me siento de hueva y no entro en confianza y me incomoda y termino bateándolos cuando me invitan a rockear. Y a la vez mis amigos rucos resulta que son tan rucos que ya superaron este ideal juvenil de amistad y si me buscan cada seis meses debo de darme por bien servida. Jajaja eso apesta. Claro que eso se une con otras cosas, tales como que menosprecio a la gente tonta que es la mayoría y sobrevalúo el tiempo lineal y repudio el cíclico (que es el común en los grupos de amigos), o como que es cierto que cuesta abrirme, etcétera. Pero si fuera joven seguro eso sería distinto, ja.
La otra es que no sea ruca sino que todavía no soy ni siquiera joven, y por eso debo irme a la cama temprano y me pongo de malitas si tengo hambre o frío, y por eso juego con muñecas-personajes, etcétera.
Aparentemente he vivido en el error. Durante mucho tiempo creí que mi falta de amigos o de grupos de amigos obedecía a un problema social severo que se desarrollaba en mi cerebelo. Estaba convencida de mi innata torpeza social y de mi dificultad indescriptible para abrirme con otros aun queriéndolo hacerlo, etcétera. Pero ayer platicando con un amigo se develó el verdadero problema, el cual también ya sabía pero no le había dado tanta importancia: el problema es que estoy ruca de espíritu. Y me incomodan las convivencias juveniles, los lugares ruidosos, las salidas nocturnas. Yo tomo té y converso. Eso hago yo y eso es aparentemente de rucos. Y entonces con mis amigos juveniles me siento de hueva y no entro en confianza y me incomoda y termino bateándolos cuando me invitan a rockear. Y a la vez mis amigos rucos resulta que son tan rucos que ya superaron este ideal juvenil de amistad y si me buscan cada seis meses debo de darme por bien servida. Jajaja eso apesta. Claro que eso se une con otras cosas, tales como que menosprecio a la gente tonta que es la mayoría y sobrevalúo el tiempo lineal y repudio el cíclico (que es el común en los grupos de amigos), o como que es cierto que cuesta abrirme, etcétera. Pero si fuera joven seguro eso sería distinto, ja.
La otra es que no sea ruca sino que todavía no soy ni siquiera joven, y por eso debo irme a la cama temprano y me pongo de malitas si tengo hambre o frío, y por eso juego con muñecas-personajes, etcétera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario