jueves, 8 de noviembre de 2007

Blablaciones

Hoy tengo antojo de sólo asociar libremente y eso haré. Eso haré. Hoy es un día reflexivo, hoy es un día lejos de hoy, no sé, en el pasado tal vez, o en el cielo, o en la luna o en la muerte. En alguna de esas opciones están los ojos. Y ni se diga del corazón. Hoy pensé mucho mucho en Joaquín. En poco más de un mes cumple un año de muerto. Y lo extraño sin derecho a extrañarlo. Su sonrisa, mierda, su sonrisa. La idea de su sonrisa me mata. O la imagen de él brincando y bailando, conmigo, por ahí. Y tomando fotos a lo tonto, muchas, porque ambos fuimos siempre turistas en la vida del otro, él la mitad del tiempo, en el zoológico, a lado del Tlaloc, abrazados, yo la otra mitad del tiempo, en el subte, en recoleta, lejos de casa, congelada. Y soy tentada por aquellos hubieras tan seductores sobretodo cuando alguien muere. Y aun si soy conciente de que, de repetirse la historia, sería igual, e iría a Buenos Aires en vano y yo te pediría te quedarás con Sole y vos me obedecerías y demás, no puedo evitar soñar con una versión alternativa, en la que, qué sé yo, te besara al menos mucho, mucho más. Pero luego tu rememoración toma caminos no deseados y te imagino en las alcantarillas ahogándote, o cadavérico en el Río de la Plata y no quiero, juro no quiero imaginarlo, pero lo imagino no sé por qué y me pongo muy mal, muy mal y te extraño vivo y pienso en vos y en tu sonrisa y en vos bailando, brincando, conmigo por ahí. Es todo sólo un juego mental y yo no sé por qué te pienso de una forma o de otra o si se vale o si lo hago por alguna otra razón y con qué derecho. Pasé de la tercera persona a la primera, una disculpa por eso pero no lo corregiré. Pensar que Joaquín requirió morirse para tener un nombre. Todos los demás son sujetos equis o ye, o son exes o son "un chico con el que salía", mas siempre con lugares indefinidos. Creo que yo soy de los que dice Zizek confían demasiado en el lenguaje, tanto que dan mil vueltas para hablar. Luego les paso la cita que es muy chistosa. Mierda. Quiero llorar. Quiero llorar. Hoy soñé con Carajo. Y siempre que sueño con él lo sueño bonito, que es lo peor. O sea, me da gusto verlo en el sueño, lo abrazo, platicamos un rato. Siempre. Si quisiera seguir con la fantasía adolescente diría "claro, es que es mi Diablo Guardían de la vida", pero un lustro es más que suficiente para dedicarle a una patología, a una codependencia disfuncional, a un amor no correspondido. En mi auto-terapia la misión ha sido reducir mis tiempos de patología con mis obsesiones, la última duró un año, jeje vamos en mejora. Pero es que hablar de patologías es no haber entendido un coño, es un reduccionismo muy violento. Cuando se habla de patologías es natural que la tendencia sea hacia la salud y que el final sea un imperativo, pero cuando se está, cuando se está y cuando se quiere y sólo se quiere querer y nace la angustia y la esperanza desgarradora de una retribución a tu amor, ¿qué hacer sino quedarte? Y es una prisión y apesta pero te quedas de todas formas. Estoy cansada de esa sensación de prisión. Últimamente la siento mucho. Querer resolver algo pero no saber qué ni cómo ni por donde empezar. Tener la eterna sensación de que mi vida académica es un caos, de que todo es urgente, de que no sé qué decir y no sé si podré decirlo con suficiente lucidez, y mi vida personal es una ambivalencia en dos patas a cada paso y "traigo un motor adentro y me dan muchas ganas de usarlo para estrellarme contra una pared" aprovechando que hablábamos del Diablo Guardían. We never change, do we? Dice la canción. Ja, we are always changing, dice la otra y hay quien se confunde. Parece que tenemos siempre el vértigo que nos jala a los mismos abismos y hay que resistir, que resisitir. El problema es cuando en un afán introspectivo-psicoanalítico, todo se vuelve un abismo. Y me siento culpable hasta de pensar en Joaquín, porque ya casi no pensaba en él cuando se murió, o porque quizás haya un goce masoquista al imaginarlo en la escena misma de su muerte o porque las arañas. A veces, cuando me descuido, hasta me afecta un poco la muerte de Luis Javier, porque me dedicó un concierto dos meses antes, porque lo bateé tres semanas antes de su muerte. Pero uno no puede vivir cargando con esas cosas, deberían de ser apenas chistosas, pero no. Creo que me obsesiona la muerte, recuerdo cuando secuestraron a mi jefe, desde ahí, vivi temiendo que alguiem uriera asesinado. Pero no se valía, era apenas una morrita. Ya divago. Estoy obsesionada conmigo misma también, quizás eso es más relevante, mi historia personal, stuff. Soy mi tema principal. Pero el problema es que cómo se resuelve eso, cómo si la herramienta para resolver el problema es en este caso el problema. La llave dentro de la caja, y hay que abrir la caja para sacar la llaverpara abrir la caja, etcétera. Me cansa ser yo, eso lo sabemos todos. Creo que a todos les cansa ser si mismos, pero hay quien lo evade mejor y hay quien se pone a escribir y escribir como desquiciado para después tener un buen sueño. A veces tengo esa sensación, de llave abierta, de sólo tener una fuga infrenable, un gasto de energía inservible, una pasión inútil como diría Sartre. La otra vez reflexionaba sobre mis estados maniacos. Creo que hasta escribí sobre ello. No, no lo creo, lo sé. Decir "lo creo" es eufemismo. El caso es que me puse a pensar, para variar, en el CVH. Sinceramente creo que lo odio. Muy sinceramente. Pero se me hizo fuerte que aquel vaivén emocional muy propio de la época que yo interpretaba como "momentos buenos y momentos malos" en realidad sólo fuera una manía-depresión (bipolaridad) en la que nunca, hiciera lo que hiciera, me sentía yo misma. Y con esa lectura se agrega un peso más a mi autoconciencia, que es: ¿cuando estoy maniaca ahora, qué lugar tiene eso? ¿estoy bien o estoy mal? ¿me siento bien o me siento mal con esa parte de mí? Creo que en el fondo y no tan en el fondo me molesta, porque es esa urgencia, esa fuga, ese correr de un lado a otro velozmente en busca de algo que no sé qué. Como perrito chihuahueño hay quien dice. Me siento extraviada. Pero no creo estar más extraviada que el resto de las personas, por el contrario. Digo, de algo sirve toda esta racionalización. Lo único que pasa es quizás que no puedo abandonar mi búsqueda de certezas, y en esa búsqueda ps siempre las tengo todas de perder porque pocas cosas se presentan con esa certeza que yo busco. Véase los últimos dos posts al respecto. Equis decía que mi vida es la historia de búsqueda de certezas. Ye agregó: de la certeza de ti misma. Yo no sé. No sé nada. Quiero abrazar a Joaquín, eso quiero. Necia yo. Necia. Quiero tener la ingenuidad de creer que alguno de mis actos, el que sea, es sincero. Pero no, las inclinaciones, las ganancias secundarias, los egoísmos, etcétera. Hoy tuve ganas por ejemplo de ver a (esto empieza a ser confuso sin nombres propios, pero bueno), de ver a mis últimas dos obsesiones no resueltas a las cuales no les hablo. Verlas sólo para decirles: "¿cómo te va? ¡qué gusto verte!" y abrazarlos fuerte un instante. Es ridículo mi deseo. Por algo se optó por la distancia. Me choca el deseo inconsciente de regresar siempre a "un estado originario de cosas", estado por lo demás inexistente. Nietzsche, etcétera. Tengo sueño. Esa canción me obsesiona, Hecho en Buenos Aires. Está muy buena, gracias. Sigo queriendo llorar. Pero estoy bien, estoy muy bien. Je, un día voy a escribir sobre los tipos de llanto. Éste es un llanto libre. Pero la libertad mata y angustia. Sartre de nuevo. Tengo sueño. Creo que ya lo dije. Este post es muy largo, a ver quien llega al final. Es paradójico. Sueño con la imagen de dormir acompañada, abrazada por atrás, sintiéndome segura. Pero al mismo tiempo sé que en la práctica no sé hacer que sea así. Me siento invadida con suma facilidad y no me sé abrir, no me sé abrir y eso es uno de los temas dolorosos a tratar y qu ela gente minimiza porque sus expresiones no siempre son visibles. Pero me da pena hablarle a Daniela Balsa por dios. O a cualquiera pa'l caso. Y me dan ganas de llorar después de tener sexo y es ridículo y podría decir más al respecto pero ya me estoy confesando y no hace falta. Pero puedo seguir: no puedo estar tranquila en un lugar si no es con la puerta cerrada, no puedo tener una plática íntima si estoy con más de una persona, salgo con mis amigos de uno en uno por lo mismo, no puedo llorar sin reirme si estoy acompañada, y esas son sólo las cosas más más superficiales. Soy como un caracol a veces. Y eso nos regresa a aquello de estar atrapados. Y estoy tan tentada de borrar este pinche post pero lo dejo porque al parecer me gusta exhibirme. Lo cual podría parecer contradictorio con el resto. Y estoy conciente de dicha contradicción, me gusta hablar en auditorios pero no puedo con ciertas normas sociales basiquísimas supuestamente más sencillas. Así pasa. Otro día podemos hablar al respecto. Ahorita gana sueño y ya fue mucho. Au revoir. Á demain.


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