lunes, 17 de septiembre de 2007

Experiencias universales

En teoría la experiencia de la tristeza (o de la felicidad) es una experiencia universal, es decir, todos podemos, bien o mal, acceder a ella, comprenderla desde las entrañas. El ser humano, dice mi profesor de aquella integración (el problema del mal y la libertad personal) se une en la experiencia de su vulnerabilidad y de su mortalidad.
Pero por esa razón, no resulta en absoluto productivo hablar de ella, porque es sólo una forma de aislarla, de volverla inaccesible para un otro cuando, al apoyarse en la teoría para dar cuenta de sí, abandona su universalidad carnal, su temblor, su desasosiego impronunciable. Prenteder dar soluciones ha sido siempre inútil e ingenuo, porque los problemas casi nunca son sólo materiales, no, trascienden la esfera de lo material en su dolor, y ese dorlor sólo es visible a través de una mirada triste, sólo es comunicable con un abrazo, esas cosas.

Eso no quiere decir que esté mal, hoy es un buen día jeje. Sólo es un reclamo para quien, al sólo poder ver el problema material, cree que entiende y se cree capaz de establecer una ley sobre el qué hacer o el qué sentir (problema con autoridades).

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