Estábamos él y yo en un coche, y del lado izquierdo (de su lado, él manejaba) había un edificio grande grande, de esos que tienen ventanas como espejos que reflejan, y en el reflejo se veía un mar, con un dulce movimiento, hermoso. Y yo le decía a él "mira, mira" y él miraba y nos quedábamos los dos en paz absoluta y en silencio admirándolo. Ese fue el sueño y era muy lindo, nada más.
miércoles, 25 de julio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario