(Fragmento extraído del pequeño diccionario de palabras incomprendidas de Milan Kundera, contenido en
Vivir en la verdad: ésta es una fórmula que utiliza Kafka en su diario o en alguna carta. Franz ya no recuerda dónde. Aquella fórmula le llamó la atención. ¿Qué es eso de vivir en la verdad? La definición negativa es sencilla: significa no mentir, no ocultarse, no mantener nada en secreto. Desde que conoció a Sabina, Franz vive en la mentira. Le habla a su mujer de un congreso en Ámsterdam y de unas conferencias en Madrid que jamás han tenido lugar y le da miedo ir con Sabina por la calle en Ginebra. Le divierte mentir y esconderse, precisamente porque no lo ha hecho nunca. Se siente agradablemente excitado, como un buen alumno que hubiera decidido hacer novillos por una vez en su vida.
Para Sabina, vivir en la verdad, no mentirse a sí misma, ni mentir a los demás, sólo es posible en el supuesto de que vivamos sin público. En cuanto hay alguien que observe nuestra actuación, nos adaptamos, queriendo o sin querer, a los ojos que nos miran y ya nada de lo que hacemos es verdad. Tener público, pensar en público, eso es vivir en la mentira. Sabina desprecia la literatura en la que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo, piensa Sabina. Y la persona que se priva de ella voluntariamente, es un monstruo. Por eso Sabina no sufre por tener que ocultar su amor. Al contrario, sólo así puede «vivir en la verdad».
Por el contrario, Franz está seguro de que la división de la vida en una esfera privada y otra pública es la fuente de toda mentira: el hombre es de una manera en su intimidad y de otra en público. «Vivir en la verdad» significa para él suprimir la barrera entre lo privado y lo público. Le agrada citar la frase de André Breton acerca de que le gustaría vivir «en una casa de cristal» en la que nada sea secreto y en la que todos puedan verlo. (…)
Franz no lo entendería. La gente como Franz no entiende nada. Su entendimiento queda reducido al entendimiento del otro que lo justifica, que valida su exterioridad como una extensión continua de su interioridad. Y en este caso ese otro es Marie-Claude, su esposa, la más ciega de todos, la que, mirando de frente al Otro Sol, ha renunciado por completo a la oscuridad de su cueva, a una verdad más interior.
La pregunta es: ¿cómo construir una casa de cristal por dentro y piedra por fuera? ¿Cómo combinar intimidad con sentido? Es como querer poner una mirilla escondida detrás del telón, como querer descubrir la oscuridad con una linterna.
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