domingo, 3 de febrero de 2008

De hilos

"A veces me elevo,
doy mil volteretas
a veces me encierro
tras puertas abiertas
a veces te cuento
por que este silencio
y es que a veces soy tuyo
y a veces del viento.
a veces de un hilo
y a veces de un ciento..."

Y eso. A veces me detiene un hilo y a veces un ciento. Lo más sólido en mí es al mismo tiempo lo más frágil y no conozco puntos medios; cuando no soy una deidad soy una mierda, cuando no soy un silencio ineludible soy una eternidad de sonidos, cuando soy no soy, etcétera.
Lo mismo con las personas, columnas sólidas, hilos de los cuales pender con confianza, de repente se desmoronan. Tachamos confianza y lo cambiamos por dependencia. Queremos no tener hilos, queremos no sentirnos atados, pero igual no hay manera. Más bien se trata de saber mudar y de quitarle al mundo la necesidad. Aquello de bastarte a ti mismo y la filosofía Sanborns. Se trata de un bienestar un poco más lineal. Es, al final, la garantía de una buena montaña rusa. Y eso en nombre de Mariana, de quien más. No puedo cuidar al mundo entero antes de decidirme a actuar. Reencontraré un centro, me lo prometo. Y será confiable y el movimiento será libre, porque de eso se trata todo.

1 comentario:

LSz. dijo...

Sospecho que no hay centro para confiar. Sospecho que lo más cercano a eso será la inminencia entre el rompimiento de lo frágil y la sospecha de que se vive en esa fragilidad. Saludos.