Sabemos lo que queremos, pero no siempre sabemos hacernos cargo de ello. A veces resulta que también queremos lo que nos impide alcanzar aquello que decimos querer. Somos cobardes y tememos por ello que se nos otorgue aquello que queremos, porque qué hacer después con ello, qué querer después.
Por eso siempre resulta práctica que haya otro culpable, un impedimento que no nos pertenezca, porque cuando no lo hay, cuando lo deja de haber, todo queda en nuestras manos y no podemos sino soltarnos a llorar.
Por eso siempre resulta práctica que haya otro culpable, un impedimento que no nos pertenezca, porque cuando no lo hay, cuando lo deja de haber, todo queda en nuestras manos y no podemos sino soltarnos a llorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario