martes, 9 de octubre de 2007

Violencias

Tania dijo alguna vez citando a alguien que la filosofía es un acto violento contra sí misma, contra el yo y contra la vida en su devenir. Concuerdo. De la misma manera la conciencia. La conciencia como un detenerse artificial, como un congelamiento voluntario del transcurrir del tiempo y una parálisis del sentido común como dice Rosensweig. Estoy viviendo y de repente, fum, me detengo. Y la mirada se vuelve contra mí. Y no perdona.
No es que yo crea que mis conflictos existenciales sea distintos a todos los de las demás personas (bueno, no todos al menos :p) es sólo que yo los enuncio, les doy un lugar, los desgloso, etcétera, etcétera. Y ps así no hay forma de no salir perdiendo.
Quiero aprender a no detenerme a cada paso. No siempre, al menos. Hay personas o situaciones con lo que más o menos puedo y es curioso porque me aferro a esas personas porque me siento cómoda sin mí, sin MÍ más bien, sólo conmigo. Pero igual, debiera de ser voluntario: cuando se requiera chido, cuando no ps nel, no hay por qué clavarse.
Se me viene a la mente un recuerdo que lo ejemplifica bien: en la última fiesta de filosofía yo estaba happysona y alegremente bailaba: brazos arriba, sonrisa en la boca, músculos relajados, dando vueltas y brincoteando. Pero de repente ¡madres! tenía como latigazos de conciencia y todo me pasaba por la mente y acababa sentada empucherada como regañada por mí misma. Luego me volvía a relajar y me paraba de nuevo. Claro que ahí entra el factor alcohol y etcétera, pero aun sin tomarlo en cuenta, es un poco eso. Cosas que te impiden bailar.
Y ya, me estoy distrayendo a lo güey, harta tarea. Bye.

No hay comentarios: